Ven, Espíritu, Ruah, soplo y aliento de Dios.
Implorar la presencia del Espíritu en mi vida, constatar la urgente necesidad que tengo de El, del soplo vital que infunde en mi alma, es reconocer mi fragilidad, mi debilidad, mi pequeñez.
Descubrir que el Espíritu es quien mueve los hilos de mi vida es admitir la necesidad de abandonarme y dejarme modelar y transformar por El.
Evidenciar que mis deseos de ser de Dios provienen del Espíritu, que es El quien ha penetrado en las entretelas de mi vida y me ha seducido, es confirmar que ‘en mi debilidad El me da la fortaleza’, que sin su misericordia nada puedo, nada soy… (como bien expresan los cantos).
Hoy quiero implorar al Espíritu que haga de mi corazón su morada, que sea en mí:
. el viento huracanado que me impulse a evangelizar la parcela del Reino que cada día me es confiada;
. la brisa suave que me ayude a comprender al débil, frágil y cansado que encuentre en mi camino;
. la palabra de aliento y estimulo que infunda esperanza al abatido;
. la ternura que enjugue las lágrimas del afligido y desconsolado;
. el regazo en el que descansen el cansancio de las largas jornadas de trabajo los que cada día buscan el pan con su esfuerzo;
. el canto alegre que invite a vivir la alegría del Evangelio;
. el amor derramado (cual frasco de perfume de nardo) que restañe las heridas del alma que impiden descubrir a Dios en la vida;
. la plegaria continua que eleve a Dios las necesidades de nuestro mundo;
. …
Hoy quiero que sea El en mí para ser yo en El, y así, fundidos los dos en uno solo, proclamar al viento que Dios es Amor y a todos nos quiere entre sus brazos.
Ven, Espíritu, Ruah, soplo y aliento de Dios. Envuélveme con tu ternura y lánzame hacia el infinito, hacia donde haya alguien que necesite de mí para llegar a Ti…