Entre la seda

ofrendas
Entre las fábricas de seda se movió su vida, sin ruido, calladamente hizo su labor. Jugó un importante papel para la vida de las tejedoras, de las obreras de las fábricas de seda. Cerca de ellas quiso abrir el Asilo, el hogar que todas anhelaban…
Han pasado 100 años desde que nos dejó, pero su recuerdo sigue vivo, su espíritu continua velando por las obreras. Hoy ya no son de las fábricas de seda; hoy sus fábricas son otras, pero igualmente buscan un hogar…

Hoy, igual que ayer, muchas mujeres son el motor, el sostén de sus familias.
Hoy, igual que ayer, muchas mujeres dejan atrás, con dolor, el calor de la familia.
Hoy, igual que ayer, muchas mujeres trabajan, incansables, largas y duras jornadas laborales.
Y, hoy igual que ayer, Juana María Condesa surge como una estrella en su camino para tenderles una mano.

Se la quiere nombrar ‘Patrona de la seda’
Pocas mujeres sabrán como ella del cansancio, la fatiga, el dolor y la incomprensión que las obreras de las fábricas de la seda ocultaban en cada puntada, en cada hilván, en cada pasada de la lanzadera.
Pocas mujeres sabrán como ella de la necesidad del calor de un abrazo, una palabra amable, una mirada apacible que anhelaban encontrar las obreras tras las duras jornadas de trabajo.
Pocos sabrán como ella que las obreras eran mano de obra barata, por su escasa formación, por su acuciante necesidad, por su vulnerable sumisión.

Han pasado 100 años… pero parece que fue ayer cuando las obreras interrumpían su jornada laboral para llevar sobre sus hombros los restos de quien se dio para ellas, luchando por ellas y viviendo entre ellas.
Entre la seda sin tejer, urdiendo un tapiz con la acogida, la comprensión, la formación… transcurrió su vida.

Arriesgarse

anunciacion Sí, hoy Dios se arriesgó. Corrió el riesgo de preguntar, de contar con el otro, de confiar…
María también se arriesgó. Se arriesgó al responder, al dejarse sorprender, al abandonarse…

Me transporta tan lejos el pasaje evangélico que contemplamos hoy, la fiesta, solemnidad, que celebramos. Me cuestiona tanto las consecuencias de esta decisión…

En una pregunta y su respuesta se jugaba la historia de la salvación. En una pregunta y su respuesta se jugaba la Alianza que Dios quería sellar con su pueblo. En una pregunta y una respuesta se jugaba la Vida…

El proyecto de Dios parecía, a los ojos humanos, descabellado: ¿qué vió en aquella doncella nazarena?
La opción de María fue audaz: ¿qué conocía ella de Dios?
Quizás se entrecruzaron los proyectos, sueños y deseos de ambos, de Dios y de María, del Todopoderoso y de la criatura humana…

‘Nada es imposible para Dios’, concluyó el ángel.
‘Hágase en mí’, respondió María.
El riesgo no es imposible para Dios, aunque nada se escapa de su mano, ni de su cuidado.
Responder con generosidad, desde la gratuidad, arriesgando la vida fue la decisión de María.

Sí, Vivir (con mayúsculas) es arriesgarse.
Arriesgarse a forjar un proyecto, a abrazar un deseo, a alimentar la esperanza.
Arriesgarse a dar un paso hacia el otro, a decir una palabra amable, a sonreír cuando todo parece vano.
Arriesgarse a ser uno mismo, a vivir con coherencia, a irradiar alegría.

Una vida evangélica no es posible sin correr el riesgo de amar, de salir al encuentro, de acoger al hermano.
Una vida evangélica es una vida comprometida con las causas de los más desfavorecidos, como hizo nuestra Madre Juana María, que optó por ser la voz de las sin voz, por restaurar el cansancio de infatigables horas de trabajo, por acoger las pausas entre jornadas de las obreras valencianas y ofrecerles pan, instrucción y ternura. Juana María entendió, como María, que no podía Vivir sin arriesgarse, porque Dios había optado por ella.

Hoy confluyen en mi recuerdo ambas mujeres: María, por ser hoy su día, el día en que optó por hacer realidad en Ella el sueño de Dios y Juana María porque quiso que este día, hace muchos años, se inaugurase su capilla, tomase forma su proyecto.

En memoria de Ellas quiero vivir optando por el riesgo de amar, y responder como María: Hágase…
¿Y tú? ¿Te atreves a arriesgar tu vida?

Tras su estela

Arque

Hoy la Iglesia conmemora a la Beata Juana María, cuya vida me cuestiona e interpela.

Al adentrarme en ella, Juana María me invita hoy a releer su vida y su misión; a revitalizar su proyecto y su carisma; a redescubrir sus inquietudes y anhelos; Juana María me invita a vivir mi historia personal y, ¿por qué no?, la historia de mi congregación, desde la clave que orientó y polarizó su vida: el Evangelio.

Al optar por las obreras desde la clave del Evangelio, Juana María escribe una profecía en la que el gozo y la esperanza son las líneas de un proyecto escrito con la pluma de la fraternidad y delineado con el cincel del amor.

Juana María se sitúa plenamente en la línea de orientación que el Papa Francisco nos marca hoy a los cristianos, en general, y a la vida religiosa, a la que la Iglesia dedica este año 2015, en particular: una vivencia radical del Evangelio. Juana María vive el Evangelio desde la sencillez, la cercanía, la acogida, la comprensión… la sencillez de quien teniendo todo se desprende hasta de sí misma; la cercanía de bajarse de su status social para hacerse una con las mujeres más humildes; la acogida de las obreras en su corazón y en su casa; la comprensión de la injusticia y la opresión que vivían las obreras. Juana María opta por ellas al optar por el Evangelio; opta por el Evangelio al apostar por la dignidad de las obreras; opta por la dignidad de las obreras al centrar su vida en el Dios de la Vida.

El estilo de vida de Juana María y su vivencia radical del Evangelio son un ejemplo y un estímulo para mí, me urgen a escribir las líneas de mi historia con su misma pluma: el amor oblativo. Son la invitación que me lanza a caminar tras su estela. ¿Y a tí?

Quien quiera…

«Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. « (Mt 16, 25)
Extraña paradoja la que nos plantea Jesús en el Evangelio de hoy: si uno quiere salvarse, se perderá, pero si se pierde, se encontrará. Si uno quiere guardarse del peligro, librarse de las incomodidades, de las fatigas de cada día, en definitiva: si entierra el tesoro (como nos decía el evangelio de ayer), será difícil que se encuentre con Jesús y, por tanto, se desviará del camino, porque quien se guarda tanto deja de actuar como Jesús quiere porque deja de salir al encuentro y de preocuparse por el hermano.
Para salvarse necesitamos abrirnos a la gracia del encuentro con Jesús que nos cuestiona y desinstala, que nos invita a gastar y desgastar la vida, que nos insta a ‘perderla’.
ObreraAl releer esta perícopa viene a mi mente la imagen de nuestra Madre Juana María. Ella fue una mujer que ‘perdió’ su vida en el intento de dar vida: Yo y todo lo mío para las obreras, fue el lema que vivió hasta el extremo. Quizás esta fue la interpretación que ella hizo de la frase de Jesús: quien pierda su vida por mí, quien gaste sus fuerzas y se desgaste cada día, quien opte por los más desfavorecidos, quien salga al encuentro del débil, frágil y necesitado… la encontrará, encontrará la Vida, se descubrirá feliz, pleno, lleno de amor, se encontrará con Dios… Juana María pudo optar, por su condición social, por salvar su vida, quizás haciendo una lectura fácil del Evangelio cumpliendo los mandamientos; pero hizo la opción de perder su vida leyendo el Evangelio en clave de las obras de misericordia: dar posada al peregrino, dar de comer al hambriento, enseñar al que no sabe… ¡Cuestionante opción!
¿Y yo? ¿Cuál es mi opción? ¿Cuál es mi clave de lectura del Evangelio?
Quiero, ante el nuevo curso que está llamando a las puertas, invitarme (e invitarte también a tí que lees estas líneas), a perder la vida, a salir al encuentro, a buscar al que tenga ‘hambre y sed’, como me indica Jesús y siguiendo la estela que trazó nuestra Madre Juana María. Quiero leer el Evangelio en clave de Amor. Quiero optar por perderme para encontrarme en El. ¿Te animas a hacer lo mismo?

 

Milagros cotidianos

Escultura Hoy recordamos la aprobación del milagro (hace ya 12 años) que llevó a la Madre Juana María a la Beatificación.
Y me pregunto ¿cuántos milagros anónimos habrá hecho a lo largo de los años?, ¿cuántos milagros de los que acontecen en la vida cotidiana?, ¿de cuántos milagros habrán sido y son testigos las paredes de esta casa?, …
Me pregunto por esos milagros que parecen no ‘contar’ para llevar a alguien a los altares: las personas que han encontrado sentido a sus vidas, las mujeres que se han sentido dignificadas, las jóvenes que han encontrado trabajo, aquellos que al entrar en la casa han encontrado paz, sosiego, serenidad, los que se han sentido queridos, los que han percibido que Dios estaba en sus vidas, las mujeres que han vuelto a sonreir, las miradas que han recobrado la luz…
Sí, todos esos milagros (que parecen no serlo), acontecen a menudo en nuestra casa gracias a la intercesión de la Madre Juana María, gracias a su presencia silenciosa entre nosotras, gracias al legado que nos dejó. Un legado, humano y espiritual, que nos impulsa a cada Esclava de María a buscar vivir como ella, con su talante y su estilo, con su espíritu y su espiritualidad. Un legado que nos empuja y nos alienta para no desfallecer en el intento de dar respuesta a las necesidades de las mujeres obreras de hoy. Unas obreras ¡tan distintas y tan iguales! a las que ella encontró por el camino de las Moreras a finales del siglo XIX y que hoy, a principios del siglo XXI, vienen por el camino de las pateras, por el de los controles de los aeropuertos, con el miedo a ser ‘devueltas’, deportadas, a sus países sin alcanzar mínimamente su objetivo de procurar una vida más digna a sus familias…
Sí, el legado de la Madre Juana María late, vibra, entre las paredes de nuestra casa.
Recordar hoy la aprobación del milagro por el que la beatificaron nos invita a tomar conciencia de los milagros cotidianos que, por su intercesión, acontecen cada día.
Recordar nos impulsa a ser mediadoras de esos milagros que dignifican y vivifican, de esos milagros que engendran vidas nuevas esperanzadas y esperanzadoras.

Mare de Deu dels Desamparats

mare-de-DeuHoy en Valencia es el día de la Virgen, de la Mare de Deu.
Esta mañana hemos participado en la Missa d’Infants; la plaza estaba a rebosar y aunque los murmullos cuando hay tanta aglomeración se hacen inevitables, había momentos en los que el silencio se podía cortar.
Me estremecen y cuestionan estas celebraciones.
Me estremecen porque ¡cómo mueve la Mare de Deu a tantas personas! ¡cómo llega a tantos corazones!
Me cuestionan porque: ¿cómo asemejarnos a Ella? ¿cómo acrecentar nuestra fe en Jesús? ¿cómo seguir su ejemplo?
Como Esclava de María, heredera del legado mariano de la Madre Juana María, esta mañana al escuchar la homilía de Don Carlos, nuestro arzobispo, no podía menos que pensar en ella, en Juana María: Don Carlos hablaba de la archicofradía de la Virgen cuya finalidad es la atención a los desfavorecidos; Juana María, conocedora de esta obra, quiso atender a un sector muy desamparado de la sociedad de aquella época: la mujer obrera, y quiso hacerlo de una manera íntegra, entregando su vida a Dios para ellas. Pensaba en la semejanza de ambas misiones y me sentía orgullosa de nuestra Madre Juana María, cuya vida, recién nacida, fue ofrecida por su madre a la Mare de Deu para que la acompañase y guiase en su caminar. ¡Qué pensaría doña Juana años después al ver como la Verge había escuchado su plegaria!
Como valenciana que era, para Juana María la Mare de Deu sería su referente y acudiría con frecuencia a la Basílica a visitar  a la Verge en su camerín y allí, ante Ella gestaría su proyecto, a Ella ofrecería su vida, a través de Ella presentaría a Dios la vida de las obreras, como Ella sería esclava del Señor.
Mare de Deu dels Desamparats, a Tí acudimos, acoge nuestras súplicas y preséntalas a Dios.