Arriesgarse

anunciacion Sí, hoy Dios se arriesgó. Corrió el riesgo de preguntar, de contar con el otro, de confiar…
María también se arriesgó. Se arriesgó al responder, al dejarse sorprender, al abandonarse…

Me transporta tan lejos el pasaje evangélico que contemplamos hoy, la fiesta, solemnidad, que celebramos. Me cuestiona tanto las consecuencias de esta decisión…

En una pregunta y su respuesta se jugaba la historia de la salvación. En una pregunta y su respuesta se jugaba la Alianza que Dios quería sellar con su pueblo. En una pregunta y una respuesta se jugaba la Vida…

El proyecto de Dios parecía, a los ojos humanos, descabellado: ¿qué vió en aquella doncella nazarena?
La opción de María fue audaz: ¿qué conocía ella de Dios?
Quizás se entrecruzaron los proyectos, sueños y deseos de ambos, de Dios y de María, del Todopoderoso y de la criatura humana…

‘Nada es imposible para Dios’, concluyó el ángel.
‘Hágase en mí’, respondió María.
El riesgo no es imposible para Dios, aunque nada se escapa de su mano, ni de su cuidado.
Responder con generosidad, desde la gratuidad, arriesgando la vida fue la decisión de María.

Sí, Vivir (con mayúsculas) es arriesgarse.
Arriesgarse a forjar un proyecto, a abrazar un deseo, a alimentar la esperanza.
Arriesgarse a dar un paso hacia el otro, a decir una palabra amable, a sonreír cuando todo parece vano.
Arriesgarse a ser uno mismo, a vivir con coherencia, a irradiar alegría.

Una vida evangélica no es posible sin correr el riesgo de amar, de salir al encuentro, de acoger al hermano.
Una vida evangélica es una vida comprometida con las causas de los más desfavorecidos, como hizo nuestra Madre Juana María, que optó por ser la voz de las sin voz, por restaurar el cansancio de infatigables horas de trabajo, por acoger las pausas entre jornadas de las obreras valencianas y ofrecerles pan, instrucción y ternura. Juana María entendió, como María, que no podía Vivir sin arriesgarse, porque Dios había optado por ella.

Hoy confluyen en mi recuerdo ambas mujeres: María, por ser hoy su día, el día en que optó por hacer realidad en Ella el sueño de Dios y Juana María porque quiso que este día, hace muchos años, se inaugurase su capilla, tomase forma su proyecto.

En memoria de Ellas quiero vivir optando por el riesgo de amar, y responder como María: Hágase…
¿Y tú? ¿Te atreves a arriesgar tu vida?

Al cielo…

dormicion

Dicen que la Virgen María no murió, que Jesús, su Hijo, la sumió en un profundo sueño y vino a buscarla…
No sé bien cuál será la realidad; tampoco me preocupa mucho. Lo cierto es que Ella goza de la presencia, del favor y del amor de Dios. De Dios Padre que pensó en Ella para cumplir su Alianza con su pueblo; de Dios Espíritu Santo que hizo posible la realización de este Misterio de Amor; de Dios Hijo que se encarnó en Ella y por Ella se hizo uno de nosotros.

La Asunción de María al cielo es para mí motivo de esperanza, vivida en fidelidad a la llamada de Dios a seguirle; es motivo de gozo, vivido en el quehacer cotidiano buscando dar respuesta coherente al proyecto de Dios sobre mí; es motivo de fe vivida en la confianza de que es Dios quien va orientando e iluminando mi camino.

La Asunción de María es aliento y estímulo en mi peregrinar; Ella es quien me precede, quien me muestra el camino a seguir, quien señala el rumbo que deben seguir mi pasos. Ella es quien extiende sus manos hacia mí invitándome a no desfallecer.

María es quien, desde el cielo, eleva cada día a Dios Padre una plegaria por mí para que mis pies vayan siempre por sus senderos; Ella es quien me mantiene alerta buscando que el Evangelio sea mi norma de vida; Ella es quien pronuncia conmigo el Sí de cada día… María es quien me espera en la meta de mi peregrinación: Dios.

María, Madre y Maestra, Amiga y Hermana, compañera de camino,
Tú, que ya gozas de la presencia de Dios,
mira a tus hijas, las Esclavas de María,
que peregrinan por esta tierra anhelando llegar un día al cielo.
No apartes tus ojos de las que te tienen por modelo,
por ejemplo, por norte de su vida.
Presenta ante Dios Padre a las que de Tí se han hecho Esclavas:
Esclavas de la Esclava del Señor,
para que mire benévolo esta pequeña Congregación
que quiere sembrar en la tierra una pequeña parcela del cielo
viviendo, sirviendo, amando y construyendo el Reino.
Despierta en las jóvenes el deseo de seguir y amar a Jesús
con el espíritu y el estilo de la Madre Juana María:
con sencillez, humildad y alegría. Amén.

Una visita especial

visitacionHoy concluye el mes de mayo, el mes de María, con la celebración de la Visitación de María a su prima Isabel.
Hace apenas dos meses que María recibió al ángel Gabriel en su casa anunciándole lo que Dios necesitaba hacer por medio de Ella y comunicándole el embarazo de Isabel y María ya ha emprendido su misión.
Sí, su misión de ser portadora de la Buena Noticia, su misión de ser el Arca de la Alianza que siempre estuvo en camino, su misión de ir al encuentro de quien la necesita, su misión de acompañar, alegrar, esperanzar…
Su misión de ser Mediadora, la Mediadora universal, el puente seguro de unión entre nosotros y Dios.
Me cuestiona esta visita, me cuestiona la rapidez, la prontitud, la presteza de María… Y me pregunto: si yo (o tú, o cualquiera de nosotros) recibiéramos una noticia de tal magnitud, ¿cómo reaccionaríamos: ¿nos pondríamos en camino para echar una mano? o más bien diríamos que necesitamos calma, tranquilidad, sosiego para orarla, meditarla, reflexionarla, asimilarla?
En este ponerse en camino con presteza María nos da una gran lección: las cosas de Dios se asumen, se acogen, se aceptan, desde el servicio, con actos de amor, con gestos de salida de uno mismo; las cosas de Dios se integran en la vida desde el abandono confiado, el dejarse hacer, el olvido de uno mismo; las cosas de Dios se viven al ponernos en camino. En camino interior (oración, lectura de la Palabra, celebración de la fe…) y exterior (servicio, disponibilidad, entrega, generosidad, comprensión, compasión…).
María visita a Isabel, pero su visita no es de cortesía; su visita es un gesto de amor. Amor que la lleva a compartir sus vivencias, a alegrarse mutuamente por su estado de buena esperanza, a liberar de prejuicios por la gravidez en la vejez, a acompañar en el momento crucial de dar a luz… En su visita María es portadora de la ternura de Dios que siempre sale al camino.
La visita de María a Isabel cuestiona mis visitas, mis gestos, mis respuestas; cuestiona mi prontitud al ponerme en camino. ¿También te cuestiona a tí?

Mare de Deu dels Desamparats

mare-de-DeuHoy en Valencia es el día de la Virgen, de la Mare de Deu.
Esta mañana hemos participado en la Missa d’Infants; la plaza estaba a rebosar y aunque los murmullos cuando hay tanta aglomeración se hacen inevitables, había momentos en los que el silencio se podía cortar.
Me estremecen y cuestionan estas celebraciones.
Me estremecen porque ¡cómo mueve la Mare de Deu a tantas personas! ¡cómo llega a tantos corazones!
Me cuestionan porque: ¿cómo asemejarnos a Ella? ¿cómo acrecentar nuestra fe en Jesús? ¿cómo seguir su ejemplo?
Como Esclava de María, heredera del legado mariano de la Madre Juana María, esta mañana al escuchar la homilía de Don Carlos, nuestro arzobispo, no podía menos que pensar en ella, en Juana María: Don Carlos hablaba de la archicofradía de la Virgen cuya finalidad es la atención a los desfavorecidos; Juana María, conocedora de esta obra, quiso atender a un sector muy desamparado de la sociedad de aquella época: la mujer obrera, y quiso hacerlo de una manera íntegra, entregando su vida a Dios para ellas. Pensaba en la semejanza de ambas misiones y me sentía orgullosa de nuestra Madre Juana María, cuya vida, recién nacida, fue ofrecida por su madre a la Mare de Deu para que la acompañase y guiase en su caminar. ¡Qué pensaría doña Juana años después al ver como la Verge había escuchado su plegaria!
Como valenciana que era, para Juana María la Mare de Deu sería su referente y acudiría con frecuencia a la Basílica a visitar  a la Verge en su camerín y allí, ante Ella gestaría su proyecto, a Ella ofrecería su vida, a través de Ella presentaría a Dios la vida de las obreras, como Ella sería esclava del Señor.
Mare de Deu dels Desamparats, a Tí acudimos, acoge nuestras súplicas y preséntalas a Dios.

La otra María

Al llegar a este tiempo de Pascua siempre me quedo pensando en una aparición que no aparece en los relatos evangélicos que han llegado hasta nosotros, y de la que tengo la certeza que existió. Certeza que no se basa en hechos ni en palabras sino en una intuición del corazón: ¿cómo no iba a hacer partícipe Jesús a su propia Madre del gozo, de la alegría, de la paz de la Resurrección?
Muchos dicen que María no necesitaba comprobar con hechos lo que su corazón vivía y sentía; que ella experimentó la resurrección del Hijo desde la certeza de la fe… Tal vez sea cierto, ¿quien soy yo para discutir con los teólogos y exegetas esas afirmaciones fruto del estudio y la reflexión?
Pero… desde mi ser de mujer, desde mi profundo amor a María, estos días me quedó siempre pensando en esta aparición. Jesús, el Hijo, el fruto de las entrañas de María, del que nos dicen los evangelios que vivió y sintió como hombre, debió sentir la necesidad de hacer partícipe a María del gozo y la alegría, de que todo el dolor había sido vencido y El había culminado su misión.
San Mateo nos habla en uno de los relatos de las apariciones de la ‘otra María’; ¿es una manera indirecta de referirse a la Madre? ¿cómo no iba a ser Ella una de las que fueran al sepulcro la mañana del sábado para embalsamar el cuerpo que tantas veces habían estrechado sus brazos? ¿cómo iba a dejar esta última tarea incompleta?

‘Gracias, María, por tu ser de mujer,
por tu fe inquebrantable,
por tu amor entrañable.
Gracias por esperar y creer,
por confiar en El,
por lanzarme a sus brazos.
Gracias.’

Fortaleza

piedad     Hoy, sábado santo, es el día de la esperanza. Esperanza en la vida, en el amor…
Hoy es el día de permanecer junto a María, la Madre de Jesús. Y al sentarme a compartir con Ella las vivencias referentes a Jesús de estos días pasados: la entrada triunfal en Jerusalén, aquella cena en Betania con sus amigos, cuando María derramó sobre Jesús el perfume de nardo, la cena pascual donde Ella permaneció, atenta y servicial, en un segundo plano, la sobremesa pausada, el partir apresurado hacia el Huerto de los Olivos, el largo abrazo con que le envolvió Jesús antes de salir, las noticias pesarosas que le iban llegando, su marcha precipitada para salir a su encuentro y apoyarlo con su mirada tierna de Madre, el sonido de los látigos, del martillo, de la lanza, su presencia silenciosa, orante, al pie de la Cruz, el tenerlo de nuevo entre sus brazos, limpiar su rostro, cerrarle los ojos, darle el último beso… al compartir con Ella estas vivencias me admira su Fortaleza.
No fue fácil su camino, su vida, pero Dios cuidó de Ella con ternura, con misericordia, con amor… Dios le concedió la fortaleza del corazón para ir acogiendo, asimilando y ennobleciendo el sufrimiento y el dolor de tantas mujeres como a lo largo de la historia pierden a sus hijos.
Tu fortaleza, María, me impulsa a no desfallecer ante las dificultades del camino, me insta a depositar en Dios todos mis afanes, cuestiona mi vida. Tu fortaleza, María, es hoy mi esperanza.