Hoy, además del día de la Madre, celebramos la Jornada de Oración por las Vocaciones, de un modo especial por las vocaciones a la vida consagrada.
Como mujer consagrada, primero por el Bautismo, después por la Confirmación y finalmente por la consagración religiosa como Esclava de María inmaculada, hoy siento el deseo de dar testimonio de la vivencia de mi vocación…
No es fácil expresar con palabras lo que intento vivir cada jornada, y más cuando descubro que mi debilidad a veces puede alejarme del proyecto de Dios sobre mí.
Mi vida quiere ser una respuesta generosa al amor que Dios ha derramado en mi corazón cual cara fragancia que se guarda en un frasco pequeño, frágil, quebradizo; fragancia que me desborda y se derrama deseando perfumar a quienes comparten mi caminar…
Creo que esto puede ser hoy la síntesis de mi vocación:
– una vocación que me hace vivir desde la alegría y el gozo de sentirme entrañablemente querida por Dios;
– una vocación que me lleva a la entrega cotidiana de mi vida en el intento de ser prolongación del carisma que el Espíritu suscitó a la Madre Juana María;
. una vocación que me lanza a ser ‘madre’ de las mujeres, jóvenes, niñ@s… que comparten su vida con nosotras…
Como Juana María, como María, quiero vivir esa maternidad espiritual que me lleva a gastarme y desgastarme, a entregarme por los demás, con mi fragilidad es cierto, pero con el inmenso deseo de servir y dar testimonio del amor que Dios derrama copiosamente sobre cada criatura.
Entregarme a Dios, ser consagrada por El, es lo que da sentido y plenitud a mi vida.
También Dios puede dar sentido a la tuya. ¿Te atreves a seguirle?